Hay que ver lo que luce una boa, una lentejuela... a cualquier ropita de estar por casa le cosemos una tira de plumas y parece lista para vestir a los protagonistas de un musical.
Y es que captan la atención y resaltan lo que tocan, como las lámparas de Ana, que tras una aburrida vida anterior, ahora son estrellas consumadas, y solo esperan a que el interruptor las alumbre y se oiga una voz que diga:
¡Empieza el espectáculo!
Así lo cuenta Ana, maestra de ceremonias:
"Mi último Hack, unas lámparas de Ikea que llevaban en casa tres años, más o menos.
Cada noche me suplicaban que las adornara de alguna manera. Hoy por fin se ha dado la circunstancia y en la mercería encontré esta pasamanería que les va muy bien.Con una pistola de silicona caliente he tardado cinco minutos".
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